Las Prácticas Comunitarias en Salud están bien definidas como toda acción que represente defender y preservar la vida en coherente empatía y respeto por la Naturaleza (incluyéndonos los seres humanos, que formamos parte de ella). Salud es sinónimo de vida, de territorio, de identidad; y muy lejos está de ser un atributo preeminente de las Instituciones.
Ciertamente, enfermamos cuando comenzamos a distanciarnos de la Naturaleza (y de aquellas formas sociales que buscan armonizar con ella), perdiendo la sensibilidad con el entorno y los otros. Y, por supuesto, también cuando se gobierna contrariando los legítimos Derechos Colectivos de los Pueblos.
Santiago sintió la necesidad de ese particular modo de habitar que tienen nuestros Pueblos Originarios, y así recuperar la reciprocidad entre los Pueblos, y con la Naturaleza. Con mayor o con menor consciencia de ello, lo que Santiago estaba haciendo cuando la Gendarmería lo desapareció, no era otra cosa que una Práctica Comunitaria: abundantemente han relatado sus familiares y amigxs que Santiago estaba en Cushamen en clara coherencia con las mismas nobles convicciones que lo llevaron desde hace años por tantas otras geografías, comprometiéndose solidariamente con las reivindicaciones de muy diversas Comunidades; integrado, involucrado, implicado.
Él y sus Hermanxs Mapuche -Nuestrxs Hermanxs- defendían aquel 1° de Agosto -como cada día desde la conformación de este Estado etnocida- el derecho a la tierra que como Pueblos Preexistentes poseen; y reclamaban también la desarticulación de las siniestras maniobras que los Poderes del Estado pergeñan y ejecutan sistemáticamente para criminalizar la legítima defensa de Derechos Colectivos a la que los Pueblos Originarios se ven obligados ante tanta arbitrariedad Institucional.
Ese modo de habitar y ese temple milenario nos convocan a una “nueva” manera de vivir, a un modo saludable de habitar, sabiéndonos parte del territorio; de ese territorio del que emana nuestra Salud, del canto de los ríos, de la montaña, del viento, que nos impulsan a proteger y a vivir en constante reciprocidad con la Naturaleza, replicándolo en el estar en comunidad con nuestrxs semejantes. Ese territorio es protegido ancestralmente por los Antiguos, porque de él proviene nuestra Salud: si él enferma, nosotros también.
Esos modos Comunitarios -que resisten, preservados y transmitidos como algo natural y cotidiano- resguardan que gocemos todos de las mismas posibilidades, en forma horizontal. Y contrastan cada vez más con el proceder arrebatado y con la vergonzosa precipitación que caracterizan a los intereses avaros del extractivismo y de la mercantilización a ultranza de la Naturaleza y, por lo tanto, de la Vida.
Esa Práctica Comunitaria y solidaria asumida por Santiago visibiliza -una vez más- la necesidad de Salud y de recuperación del Buen Vivir. Y quienes, en muy diversos contextos, sostenemos a diario nuestras Prácticas Comunitarias -en razón de sus principios inherentes Igualitarios y Pluriculturales- hoy adherimos a las enfáticas manifestaciones de repudio popular: la Desaparición Forzada de Personas bajo régimen democrático es definitivamente INACEPTABLE; Santiago Maldonado, Aparición con Vida YA!
Mas la Desaparición Forzada de Santiago nos resulta inseparable de su contexto, ya que se inscribe en un listado preexistente de Desapariciones y Asesinatos encuadrados en la Violencia Institucional sistemática contra los Pueblos Originarios. Entre incontables situaciones de desalojo de Comunidades enteras en favor de latifundistas, persecución y detenciones arbitrarias, hostigamiento permanente incluyendo violencia sexual y frecuentes lesionados en distinto grado -siendo niños y mujeres quienes sufren el mayor asedio-, y numerosas tentativas de homicidio, sobresalen a primera vista los nombres de Javier Chocobar -asesinado en Tucumán en Octubre de 2012- y de Marcelino Olaire -desaparecido hace ya ocho meses en Formosa-. Hechos a los que cabe sumar la actual Prisión Política de Facundo Jones Huala en Chubut, y la de Agustín Santillán en Formosa; sin perjuicio de la muy factible existencia de otras situaciones similares, de muy difícil visibilización por razones inherentes a su naturaleza.
La Gendarmería, las autoridades gubernamentales, los Magistrados, . . . las insaciables Corporaciones del extractivismo, la prensa servil, . . . el Estado mismo, devenido ya en esa abstracción tan inasible como eficaz para conferir todas las indulgencias a los opulentos de turno: todos guardan algún grado de responsabilidad –directa o indirecta– en la Desaparición en sí y/o en las operaciones de Encubrimiento cómplice. Expertos como son en las malas artes de la Confabulación y de la Falacia, campeones en la destreza de caer parados siempre, nunca despeinados ni salpicados; aquí abajo, a la transpirada inteligencia de los Pueblos en Lucha NINGUNA DUDA CABE: las ensangrentadas manos del Poder están -como siempre- bien vestidas de seda con los finos guantes blancos de la más perfecta impunidad.
Y sus repugnantes modos anti-éticos empujan inevitablemente a los Pueblos a valorar -hoy más que nunca- como un trascendente llamado, esos modos infinitamente más humanos que las Culturas Originarias han preservado esforzadamente para toda la Humanidad durante milenios, dando muestras admirables de su capacidad de resiliencia. Sin duda, la sorprendente supervivencia de esos saberes, bien explicada queda (precisamente) por las extraordinarias cualidades que le son inherentes. Y constituyen en sí una referencia innegable de los modos Comunitarios que definen la cotidianeidad de nuestro propio quehacer.
En marcado contraste con los postulados y prioridades de la cultura Moderna y Colonial de Occidente, los Pueblos Originarios han desarrollado su Historia consustancialmente comprometidos con el Buen Vivir y la reciprocidad armónica con la Naturaleza y los insondables procesos de la Vida. Ese tangible patrimonio sapiencial los dota como a ninguna civilización de una idoneidad insustituible para la preservación de la Vida en la Tierra.
Y quienes dedicamos nuestras vidas a las Prácticas Comunitarias tenemos la responsabilidad ética y moral de poner en evidencia que -en todo el Mundo- las lógicas en que se sustenta el expansionismo extractivista agreden mucho más que a la soberanía natural y al irrepetible acervo cultural de esos Pueblos milenarios; en rigor de verdad, agreden flagrantemente a toda la Humanidad, puesto que ponen bajo severa amenaza mundial nuestra compenetración profunda con los procesos de la Vida.
En nuestro contexto, convocan entonces, con urgencia y sin ninguna excepción -tal como supo interpretarlo Santiago con ejemplar consciencia comunitaria– la RESISTENCIA firme y comprometida de todas las Personas de buena voluntad que habitan en ‘suelo argentino’.
Marici weu!!!