El mundo se encuentra en una situación inesperada: la pandemia de Covid-19 ha generado transformaciones, sobre múltiples órdenes de la vida, en la mayor parte de la población del planeta. Y las sigue generando. Nos rodea la percepción de que nuestras decisiones, pasadas y actuales, quedan en suspenso por tiempo indeterminado. Es una terrible realidad.
En estas semanas ha quedado demostrada la profunda ligazón existente entre nuestra salud y una red cuyos resortes no sólo dan soporte a nuestro derecho a la salud como tal, sino lisa y llanamente al poder de forjar una vida digna. La situación de emergencia sanitaria a nivel mundial se va calibrando en cada país por el volumen de recursos disponibles, la capacidad y velocidad de respuesta, y el armado de estrategias de intervención y cuidado. Toda una serie de complejas articulaciones político-económicas, en constante transformación.
Dentro de estas tensiones expuestas, como Encuentro Plurinacional de Prácticas Comunitarias en Salud comenzamos a poner nuestro empeño y nuestra mirada sobre el escenario social actual de nuestro país, recogiendo también en lo posible los de otros países y regiones. Nuestra historia como Encuentro signa a estas prácticas y estas reflexiones desde una perspectiva comunitaria. Creemos que las consecuencias psicosociales del aislamiento preventivo y las restricciones en la circulación ponen aún más de relieve las necesidades de organizarse y de participar. Estos son aspectos fundamentales en la construcción de una Salud Integral, que normalmente no reciben la atención que merecen.
Sin ninguna duda, estamos asistiendo en este contexto de pandemia a una mayor visibilización de un conjunto de desigualdades sociales preexistentes. Sabemos que la situación nos afecta de forma diferente según el sector social en el que nos encontremos, por lo que muchas desigualdades ya se están profundizando. A pesar de ello, creemos que es posible hallar en esta crisis la ocasión de fortalecer nuestros lazos comunitarios en pos de una organización social justa. Elaboramos a continuación algunos ejes que consideramos que no deben quedar fuera de toda propuesta de aproximación, desde la salud comunitaria, al momento crítico que estamos atravesando.
Del Sistema Sanitario y la Salud Mental
Es esencial atender a la configuración actual de nuestro Sistema Sanitario, considerando especialmente las circunstancias en las que existan fragilidades y fragmentaciones. Se debe considerar el volumen de articulación de los distintos niveles (Nación, Provincias, Municipios) y de las jurisdicciones entre sí. Debemos tener presente este mapa siempre que se trate de analizar las políticas a nivel federal: su alcance efectivo es uno de los pilares de una perspectiva integral de salud. Las lecturas del escenario de nuestro país parten en su mayoría de datos sobre la situación en el Área Metropolitana de Buenos Aires (CABA y Gran Buenos Aires). Cabe mencionar aquí que ésta locación geográfica se corresponde además con la Regional organizadora del Encuentro este año.
Consideramos que en el presente es de vital importancia la intervención del Estado como garante del acceso a derechos. Distinguimos aquí su rol en la regulación en las articulaciones de los tres subsectores del Sistema: el público, el de las obras sociales y el privado. Entendiendo que el contexto de emergencia impacta sobre el conjunto de la población, las diferencias en la actuación de cada subsector pueden incrementar el nivel de consecuencias desfavorables en la estrategia sanitaria. La medicina privada ya ha mostrado resistencias históricas al principio de universalidad en el acceso a la salud. Y es sabido que la mercantilización de los derechos genera escenarios de selectividad y de consecuente abandono. Sin ir más lejos, estamos atestiguando hoy día cómo muchos países del denominado “primer mundo” terminan seleccionando cuáles personas acceden a un respirador y cuáles no.
Las transformaciones propias del campo de la Salud Mental requieren un apartado propio. Es posible entrever un antes y un después para este campo a partir de la situación mundial de la pandemia. Estas transformaciones ya están produciendo impactos concretos sobre los recursos, los modelos y el funcionamiento de las prácticas en Salud Mental. Las decisiones políticas han demostrado en muchos estamentos la voluntad de incrementar el personal de salud. Señalamos que en la búsqueda de esta dotación suficiente para enfrentar la pandemia, no debemos perder de vista el carácter interdisciplinario de este incremento, ni el resguardo de los derechos laborales básicos de todo el personal afectado. El cuidado de la Salud Mental de la población en el contexto actual exige más que nunca el trabajo inter y transdisciplinario, bien remunerado y en condiciones dignas.
Como es fácil suponer, el conjunto de estas transformaciones discurre a la par de otras que se dan en el plano de nuestras subjetividades, que seguramente concluirán marcando un cambio de época.
De distancias, violencias y desigualdades sociales
Es de principal importancia comenzar a trabajar sobre los factores de riesgo y los impactos causantes de daño en salud mental a partir del aislamiento. Debemos atender todos los factores que afectan el mantenimiento y la transformación de los vínculos para el abordaje del sufrimiento psicosocial, mediante estrategias que aborden la salud mental desde una perspectiva de la complejidad y la transversalidad. Este terreno de acción vincular enfatiza el plano de lo comunitario, que es donde deben desplegarse múltiples estrategias de prevención y promoción de la Salud.
Subrayamos la presencia de sectores de alto riesgo social, que se suman a los de riesgo por determinaciones biológicas (personas mayores, embarazadas, inmunosuprimidas, entre otras). La ocurrencia de la pandemia impone apuntar aquí al elemental reclamo por un cuidado distintivo en personas en condiciones de vulnerabilidad social: quienes ya se encontraban privadas de su libertad en cárceles, internaciones psiquiátricas y en comunidades terapéuticas; quienes se encuentren en dispositivos de alojamiento como hogares y paradores; también quienes viven en nuestras barriadas populares, villas y otros escenarios vulnerables en términos de fragilidades de recursos e infraestructura; por último, quienes se encuentran en situación de calle, indigencia y/o emergencia social.
Desde la perspectiva de la salud mental comunitaria, se impone entonces el compromiso de enfocarnos en el eventual incremento de riesgos y de daños en el marco del aislamiento. El ejercicio de distintas violencias dentro de los grupos convivientes durante el aislamiento es un factor que puede cobrar mayor relevancia a la hora de intervenir en el cuidado de la salud de la población. Como se ha hecho evidente desde distintas organizaciones y colectivos, se ha encendido la alarma ante la cifra de feminicidios. Destacamos pues la necesidad de poner el foco sobre las situaciones de violencia hacia mujeres y disidencias, hacia niñxs, hacia personas mayores y hacia toda persona que por sus condiciones requiera un marco de protección particular. La fragilidad vincular, la soledad y la necesidad de cuidados dispensados por terceros se suman a la evaluación de prioridades, en los casos en los que falta un marco material de recursos de acompañamiento y contención. Cabe prestar atención en adelante también al impacto que el contexto pueda generar en la tasa de suicidios y otros escenarios emergentes de especial atención ante el sufrimiento psicosocial.
El Encuentro ante la pandemia: cómo nos proponemos aportar
Desde el Encuentro Plurinacional de Prácticas Comunitarias en Salud consideramos que en tanto agentes de salud no podemos quedarnos de brazos cruzados ante esta pandemia, sino que antes bien, debemos redoblar nuestros esfuerzos para acercar nuevxs compañerxs, potenciar nuestras articulaciones, difundir nuestro trabajo por la salud comunitaria y vincularnos con otros efectores de salud, tanto a nivel del Estado como de las organizaciones comunitarias. Ya hemos comenzado a avanzar en esta dirección, motorizando diversas Mesas de Trabajo temáticas que se organizan en torno a ejes puntuales. Estas son: Salud Mental Comunitaria, Trabajo y Salud, Arte y Salud, Prácticas territoriales y movimiento estudiantil. En nuestras redes sociales podrán encontrar la descripción de sus actividades y la información de contacto para cada una de ellas. Hay además otras tantas Mesas en proceso de conformación, e invitamos también a que puedan sumar propuestas que puedan concretarse en el marco de nuestra propuesta como Encuentro.
El desafío planteado por esta pandemia es enorme y queda aún mucho por hacer. Seguiremos trabajando en nuestra comunicación a nivel federal, fortaleciendo los lazos que unen a las diversas Mesas Regionales y colectivos que componen el Encuentro, difundiendo y dando cuerpo a las iniciativas de todas. Nos proponemos además buscar nuevas articulaciones con otros espacios y redes que impulsen la salud comunitaria, como ya venimos haciendo desde inicios de este año con el Encuentro Nacional de Psicología Comunitaria. Sabemos que las prácticas comunitarias en salud abundan en toda la región y, en este momento, queremos darles aún más visibilidad y fortalecerlas.
Buscamos, por último, articular con los distintos niveles del Estado, en la medida en que se habiliten canales de comunicación, para aportar nuestra experiencia, brindar los recursos que desarrollamos como Encuentro y participar de ámbitos de discusión y decisión de políticas sanitarias. Nos referimos aquí a comisiones de trabajo, consejos consultivos y otros espacios participativos que puedan implementarse.
En este difícil presente, quizás más que nunca, queda de manifiesto que la salud es un Bien Común además de un Derecho Humano, que debe cuidarse e impulsarse de manera colectiva. Proponemos hacer a un lado la pasividad y la falta de participación a las que nos acostumbramos en el marco de la sociedad contemporánea, buscando por el contrario recuperar el rol protagónico que tiene la organización comunitaria en la conquista de una salud integral. Cuidarnos entre todxs ante el avance del Covid-19 y sus consecuencias implica imaginar y poner en práctica nuevas maneras de relacionarnos, a contramano de los valores individualistas que propugna la lógica mercantilista y el modelo médico hegemónico. Preocuparnos por la salud de lxs otrxs, tender nuevos lazos de solidaridad con quienes nos rodean, volvernos todxs agentes activxs de nuestro cuidado. Todas estas son prácticas que debemos incorporar en nuestra vida cotidiana y que esperamos que, una vez que logremos superar la pandemia, podamos sostenerlas como valores esenciales que reafirmen nuestra condición humana.
Mesa Organizadora del 10° Encuentro – Regional AMBA
Ciudad de Buenos Aires, 20 de Abril de 2020
Encuentro Plurinacional de Prácticas Comunitarias en Salud